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martes, 6 de noviembre de 2007

2. JUSTIFICACIÓN

2. JUSTIFICACIÓN

En los últimos años se ha observado una disminución considerable del bosque urbano, muchos de los árboles han desaparecido del paisaje de nuestra ciudad, trayendo consigo un deterioro del ambiente, que se ha manifestado en una reducción de la humedad atmosférica y un aumento de la temperatura y contaminación.

Muchos de los sujetos forestales haciendo honor a su investidura murieron de pie, por causas naturales o bien por la acción de plagas y enfermedades que los aquejaron sin que nadie hiciera algo por ayudarlos, otros debido al avance incesante de la mancha urbana fueron quedando ahorcados entre el concreto y el asfalto que terminó por asfixiarlos, muchos de ellos sucumbieron a los fuertes vientos que azotan a esta gran urbe en época de lluvias, desde que la otrora cortina rompevientos formada por árboles de gran envergadura fue paulatinamente quedando dentro de la ciudad y sus componentes derribados uno a uno por representar un peligro para sus moradores, al estar en un lugar inadecuado de acuerdo con sus dimensiones y características. La gran mayoría han sucumbido por la falta de conciencia y cultura ambiental de los ciudadanos y las autoridades que nos gobiernan.

Esto ante la incesante tala que se esta llevando a cabo, aún cuando técnicamente no es lo más recomendable al existir alternativas que nos pueden permitir una convivencia en armonía con estos compañeros nuestros. Pero quizá lo más triste que se observa, consiste en que una vez tirado el árbol ni el ciudadano común ni las autoridades han hecho algo por reponerlos, no se aprecia en los hechos un programa de manejo adecuado para el bosque urbano, no existe una repoblación forestal y cada vez más la ciudad se va quedando sin árboles.

Ante esta realidad a la que nos enfrentamos y tomando en cuenta el refrán popular "es más fácil amansar que quitar mañas", se debe poner un mayor énfasis en establecer programas de concientización dirigidos a los niños y jóvenes, ya que son el presente y futuro, enfocándose a que se constituyan en agentes multiplicadores de un nuevo rol social, que conciban al árbol como nuestro compañero inseparable, como el individuo que nos conecta con la naturaleza en este mundo de concreto y acero, donde además de beneficiarnos con la producción de O2, equilibrar la temperatura, proporcionar sombra, reducir contaminantes y polvos, nos abastece del recurso con el que se construyó la cuna donde nos meció nuestra madre, el pupitre donde aprendimos nuestras primeras letras y hasta el ataúd que acompañó a nuestros ancestros de regreso a la madre tierra.

Sin embargo no basta con una buena propuesta de acción se necesita también de la competencia de las personas que los implementen, de otro modo se caerá en voluntarismos utópicos que a nada conducen, en la educación formal se requiere de profesores preparados y comprometidos, que logren generar el interés en los educandos desde los niveles inferiores hasta los superiores, y, que por convicción, y no solo por pasar la materia se engendre una nueva cultura donde el bosque urbano ocupe el lugar preponderante que le corresponde.

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